Es difícil encontrar una definición de lo que el gobierno nacional quiere o piensa de la minería. Imperan los “volantazos”. Lo que hasta el viernes era aseguro, ahora ya no tanto.
La desesperación por dólares hizo que se prometan medidas de apoyo, pero cuando baja la fiebre, no aparece un solo dirigente que diga que lo que prometían será realidad, lamentablemente una moneda que se repite año tras año, y que incluso se impuso por encima de la denominada “grieta” entre oficialismo y oposición.
Hoy nadie se anima a repetir lo que esbozó por ejemplo la secretaria de minería de la Nación, Fernanda Avila, cuando hace un par de días admitió “que se estudiaba un tipo de cambio especial para la industria” que contemplaba un régimen para acceder a dólares para importar insumos en el caso de nuevos proyectos de inversión.
En los últimos 12 meses la actividad minera viene de interminables reuniones con autoridades del Ministerio de Economía, el Banco Central (BCRA), la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), la secretaría de Minería de la Nación, cámaras empresarias y gremios.
En esos encuentros se repite hasta el hartazgo que el sector tiene un potencial enorme en la Argentina y que este es el momento para captar las inversiones que ya no miran con tanto amor a los competidores de la región, pero, que, para eso, es necesario que el Gobierno les abra el libre acceso a las divisas y les quite el peso de algunos impuestos, como las retenciones y el IVA.
Lo mismo que el acceso al Mercado Único y Libre de Cambios (MULC), revisar los regímenes de devolución del IVA y garantizar las importaciones de los insumos necesarios para la producción y para la construcción de los proyectos.
La presión tributaria en la Argentina es sensiblemente mayor a la de los países competidores por la inversión minera, por lo que el impacto de las retenciones es un determinante negativo directo para la competitividad nacional.
En medio de todo eso que está claro, aparecen manotazos de ahogado, promesas y más promesas mientras se complica el financiamiento de grandes proyectos de inversión en el interior del país que se traducirían en Desarrollo, Empleo, Educación, Salud y eliminación de la pobreza para nuestra gente.
Es que lo que haga o no haga -como hasta ahora- la Nación en estos temas impacta en las provincias.
Pareciera que el anti-desarrollo (en contra del campo y la minería, por ejemplo) alcanza más consensos y escaso análisis de los que debieran pensar en un desarrollo y crecimiento más allá de la General Paz. Así aparecen la ley de humedales, glaciares sin tener en cuenta lo que opinan las provincias como dueñas de los recursos.
Es hora de que todo el sector revise sus estrategias que solo tienen la certeza de haber fracasado en los últimos 15 años. Sino se seguirá esperando siempre nuevas medidas, mientras se ayuntan a empresas y con ellas muchos sueños de desarrollo para nuestra gente.
Mientras tanto, solo los productores de Litio tienen una luz de esperanza para apalancar su crecimiento. No solo el ministro de Economía Sergio Massa se reunió con dos de los grandes jugadores americanos (Rio Tinto y Livent) sino que se cree que si hay algo para el desarrollo del sector irá direccionado para los grandes salares y nada para el cobre, la plata o el oro.
Tampoco es de extrañar, a Massa lo condicionan sus innumerables declaraciones en contra de un sector que aparece en su escritorio solo cuando la fiebre sube.
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