Por Andres Aguilar, especialista en Derecho Minero
En el escenario global, los minerales críticos se han convertido en activos estratégicos. Pero más allá de su valor geopolítico o financiero, la minería es una poderosa herramienta para transformar regiones y generar desarrollo armónico, especialmente en zonas históricamente postergadas.
La minería bien gestionada no solo extrae valor del suelo: lo siembra en el territorio. Cuando se reinvierte en infraestructura, capital humano e industria local, el crecimiento económico deja de ser periférico y se convierte en motor de transformación.
Proyección
Las inversiones mineras suelen incluyen obras viales, energéticas y tecnológicas. Si se planifican con visión regional, estos desarrollos benefician a toda la comunidad.
En Australia Occidental el auge minero en regiones desérticas impulsó la creación de corredores viales, ferroviarios y portuarios que hoy integran esos territorios al comercio global. Infraestructura pensada para la minería terminó siendo la base para otras industrias y el crecimiento sostenido.
Argentina tiene el potencial de replicar esta lógica con un corredor bioceánico energético y minero que conecte el oeste productivo con los mercados del Pacífico.
Encadenamiento
La minería es el punto de partida para desarrollar un entramado industrial y tecnológico a nivel regional. Al priorizar el contenido local, se potencia una economía más diversificada.
En Canadá las provincias mineras han desarrollado clústeres que hoy exportan soluciones tecnológicas, servicios especializados y conocimiento. La minería fue el impulso inicial, pero el resultado ha sido una verdadera reconversión productiva.
Profesionalización
La demanda de trabajadores calificados genera mejoras educativas, nuevas oportunidades y ascenso social.
En Chile el desarrollo minero en el norte del país estuvo acompañado por centros de formación técnica e institutos profesionales. Hoy, miles de jóvenes acceden a empleos calificados, con mejores ingresos y trayectorias laborales estables.
Participación
Una minería sostenible se construye con diálogo, participación y beneficios compartidos. Incluir a las comunidades desde el inicio es clave para consolidar un desarrollo duradero.
En Finlandia los proyectos mineros se planifican junto a actores sociales. Se crean fondos locales, acuerdos comunitarios y estándares de gobernanza que aseguran legitimidad social y sostenibilidad.
Redistribución
El desarrollo territorial logra que una parte de los ingresos generados por la minería se reinvierta en las zonas productoras, mejorando servicios, infraestructura y capacidades locales.
En Perú los gobiernos regionales y municipales reciben fondos para obras y servicios. Si bien hay desafíos en la ejecución, el principio es claro: que la riqueza se multiplique donde se origina.
Transformación
Cuando la minería se articula con una visión de largo plazo, cambia el destino de regiones enteras. Las experiencias internacionales muestran el tránsito de economías centradas en el recurso a territorios con industrias, talento, ciudadanía activa y oportunidades reales.
La clave está en pensar la minería como parte de un proyecto de país, donde las geografías que antes eran marginales puedan convertirse en protagonistas del desarrollo nacional.
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