Economía

La minería puede dinamizar la economía nacional y generar efectos positivos en el empleo

Por Sergio Goldemberg*

Cada vez son más recurrentes las necesidades de capacitación para el personal de las empresas. En Minería tal vez se note un poco más. Y es que la actividad económica en este sector atraviesa inestabilidades, como en todos lados, aunque en la no metalífera su empleabilidad crece: me refiero a lo relacionado a la extracción de sales de litio, cales y en aquellos proyectos metalíferos que ya están en etapa de construcción.

Todos sabemos que la forma más efectiva de combatir el desempleo en Argentina requiere de crecimiento económico. La minería lo tiene. En ese sentido, es imperioso impulsar la adopción de tecnología y de programas de entrenamiento y capacitación.

Es aquí dónde queda un largo camino por recorrer para reactivar la economía y convertir planes sociales en empleo genuino. Y en ese punto, es fundamental el compromiso con el impulso de habilidades para los miembros de las comunidades en las que la minería se desarrolla. Tanto los gobiernos como las empresas lo tienen como un deber a cumplir.

A nuestra consultora llegan en forma permanente pedidos de trabajo de gente comprometida, algunos jóvenes, otros más formados, pero todos queriendo sumarse a la minería.

A todos ellos los incluimos en nuestra base de datos, estudiamos sus perfiles, nos interiorizamos de sus domicilios, de su predisposición para capacitarse y es allí donde se repite una y otra vez el compromiso para sumar nuevas habilidades. Todos ellos esperan una oportunidad.

Si uno toma los últimos valores entregados por el INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos) respecto al mundo del trabajo se encuentra que en el segundo trimestre de 2022, la tasa de actividad (TA) –que mide la población económicamente activa (PEA) sobre el total de la población– alcanzó el 47,9%; la tasa de empleo (TE) –que mide la proporción de personas ocupadas con relación a la población total– se ubicó en 44,6%; y la tasa de desocupación (TD) –personas que no tienen ocupación, están disponibles para trabajar y buscan empleo activamente, como proporción de la PEA– se ubicó en 6,9%.

La tasa de subocupación resultó del 11,1% de la PEA, mientras que los otros ocupados demandantes y los otros ocupados no demandantes disponibles alcanzaron, en conjunto, el 10,8% de la PEA.

Consecuentemente, la presión sobre el mercado laboral, conformada por el universo de desocupados, subocupados, ocupados demandantes y ocupados no demandantes disponibles, alcanzó el 28,8% de la PEA.

Cada una de esas cifras son personas. No las podemos tomar como datos fríos. Allí están esos argentinos que quieren sumarse a la minería.

La minería tiene los elementos para activar y generar diversos efectos positivos en la economía y el desarrollo nacional. No solo permite aumentar la capacidad de crear empleos, sino también de dinamizar la economía de forma descentralizada, impactando en el interior del país.

Impulsar la mejora en la adopción de tecnología y los programas de entrenamiento y capacitación, encontrando estrategias de asociatividad novedosas, ha sido y continuará siendo el gran aprendizaje de la pandemia.

Si bien la política es la que tiene la tarea de coordinar los esfuerzos colectivos en función de un programa de crecimiento creíble,las empresas tienen un rol central en la búsqueda de soluciones y consensos para una nueva lógica económica que incorpore formas de empleabilidad que reflejen y den respuestas a las nuevas estructuras familiares y laborales.

Las demandas de trabajo en la economía del siglo XXI, con la tecnología como principal factor disruptivo, deben ser inclusivas para lograr una Argentina sostenible.

*Titular de Goldemberg RRHH, consultora especializada en Minería,Oil & Gas.

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