Hace apenas unos días tuvo lugar un hecho de los más destacados de los últimos tiempos de la minería argentina, la mesa facilitadora que en un marco de diálogo y respeto aborda las opiniones en busca de consensos que permitan co-construir un plan para el despegue de la minería en nuestro país, se puso en marcha con destacados referentes de todos los sectores que tienen que ver directa o indirectamente, no solo desde adentro sino desde afuera de la minería.
No es intención destacar o explicar un hecho que resalta y se explica en sí mismo, sino reflexionar sobre nosotros, aquellos que desde un lado o el otro del mostrador (o ambos), tenemos la obligación de informar respecto de la minería y sus avatares.
Han pasado varios gobiernos y funcionarios, algunos perduraron, a otros les llegó el retiro, muchos simplemente pasaron y otros dejaron legados importantes, avances o huellas que indican la dirección a seguir, lo que permanece es ese antiguo vicio antropofágico de parte de algunos comunicadores mineros. Este es un momento que innegablemente destaca una clara voluntad de traer desarrollo a la minería argentina por parte de las autoridades mineras y políticas que conducen los destinos de la Nación. Aun así, se vienen produciendo apariciones inoportunas de opiniones que no solo son poco veraces, sino que descalifican, agravian y lo peor de todo, atacan cualquier intención de avance y desarrollo del sector que dicen defender.
La experiencia y una vasta colección de notas más anti mineras que las de los propios grupos contrarios a la actividad, ilustran la memoria de todos los que integran o trabajan de una forma u otra en cualquiera de los estamentos mineros, gubernamental, sindical, empresarial y científico-educativo. Esta reflexión pretende invitar a todos, a aquellos que circulan, escriben, levantan, comparten, incentivan estas prácticas o simplemente las leen, a que pensemos juntos si no fueron ya demasiadas las oportunidades perdidas. Demasiados trenes han pasado ya y con la dificultad que de por si conlleva gestionar, más aún lo es para el sector minero. Es por esto mismo que debemos comprender que nuestro aporte como comunicadores debería ser otro.
Es momento de empezar a sumar, de cesar las agresiones y ver qué podemos hacer nosotros para el desarrollo de la minería desde el lugar que nos toca. Ayudémonos, cuidemos el sector que nos contiene, en el que creemos y que nos une. Tenemos bastantes expresiones negativas desde afuera, volquemos toda nuestra capacidad a trasmitir a los detractores partidarios de eslóganes pegadizos, que tan equivocados están y que esto se viralice por nuestras redes e inunde nuestros medios. Seamos interesantes, para que los medios no especializados quieran tomar nuestros contenidos y dejemos de hablarnos o agredirnos hacia adentro. Ese tiempo ya pasó y no nos dejó más que una colección de notas que parecen más enojos o rabietas, que periodismo.
Contagiémonos del orgullo de ser mineros que se percibe en cada pueblo, cada mina, cada familia, cada empresa, universidad o institución ligada al sector. También nosotros lo somos desde un rol diferente. Años en esto me ha dejado amigos, compañeros, allegados, gente de respeto y muy pocos de esos que es mejor no cruzarse. No hay muchos comunicadores de la minería que no crean en lo que hacen, puede haber alguno que lo haya olvidado, pero este es el momento de recordarlo, de pensar y construir, de transmitir y aportar, de llevar un mensaje diferente que esta vez debe ser positivo, respetuoso, cuidado, sin odios, sin rencores, sin enojos.
Estas líneas no pretenden ofender ni minimizar y menos desacreditar, sino sumar a un diálogo que debemos imitar, ese que tanto reclamamos y para el que la mesa facilitadora del Plan de Desarrollo Minero es una oportunidad. Un llamado al que debemos responder y estar a la altura. La minería necesita de nuestro profesionalismo y lo que somos como personas determinará qué lugar queremos ocupar, de lo contrario será como leí en una nota minutos antes de empezar el histórico evento de consenso y diálogo: QUE LA HISTORIA NOS JUZGUE.
Por Juan Ignacio Ibarra Puentes
Licenciado en Periodismo y Comunicación – Coordinador de Prensa de la Secretaría de Minería de la Nación