Un muro impide el desarrollo minero argentino

*Por Grupo Sarmiento.

Está muy claro que cuando se nos rompe el vehículo lo llevamos a un taller, si nos enfermamos vamos al médico y a la carnicería para comprar carne. No es otra cosa que el ejercicio del sentido común. Nadie concurre a una farmacia para comprar un filtro de aceite. Es el sentido que se usó para poder entender y desarrollar producciones que modelaron desde 1810 el crecimiento económico del país.

La región pampeana con agricultura y ganadería desde siempre, pesca, maderas, desde 1907 petróleo, vitivinicultura y las restantes particularidades frutihortícolas regionales fueron consolidándose como actividades económicas que, incorporando novedades científicas y tecnológicas, convirtieron en motor a estas actividades primarias. Dispararon industrializaciones y continúan modernizadas hasta la actualidad.

Pero hubo otra riqueza a disposición, la que hizo de Australia la enorme potencia económica que es hoy, la que le permite a Chile exportar cada año un valor en dólares superior a la suma de los pules graneros de nuestro país (soja, maíz, trigo, girasol, cebada). La riqueza mineral.

Debemos aplicar el sentido común para superar el estancamiento. A la creencia de que la industria minera “No dejan nada”, “contaminan”, “nos quedaremos sin agua”, “pagan pocas regalías”, “hay que ponerles retenciones”: son eslóganes falaces que aumentan dificultades a las que naturalmente se tienen para poder llegar a producir. Son frases que ayudan a entender ¿por qué continúa enterrada esa otra riqueza natural? Que permitirá desarrollar a la Argentina en sitios remotos.

El mayor productor mundial de cobre allende la cordillera produce el commodity mineral, y aguas debajo desarrolló una industria frutícola más potente que la suma de nuestras provincias productoras. Esto derrumba dos de los principales mitos, que la minería contamina y que usa tanta agua que no queda disponible para otras actividades.

Respecto del impacto económico de la industria minera, un reciente estudio del Banco mundial demuestra que la tasa tributaria total para el cobre de los primeros productores mundiales fluctúa desde el 31% en EEUU, pasando al 36,5% en China y Australia, 38% Chile  y el 43% en Perú. Argentina con un 51%, no posee ninguna mina de Cobre, a pesar de tener 8 proyectos de clases mundial, que en esos países estarían en plena producción.

Los ingresos tributarios por la actividad minera son menores a los que se derivan a salarios y provisión de bienes y servicios. Benefician a miles de trabajadores y cientos de empresarios pymes que demanda cada proyecto minero para producir cobre, oro, litio, plata, o uranio. Como publicáramos con datos del consejo minero chileno, en 11 años exportaron USD 440.000 millones, de los cuales el 81%, es decir USD 355.000 millones fueron para pagar salarios y provisiones. Además de los impuestos. Estas cifras destruyen el relato sobre que la minería no deja nada y expone a simuladores indolentes que lo afirman una y otra vez.

El caso de la única mina de cobre que tuvo el país, el Bajo de la Alumbrera en Catamarca nos muestra un camino sensato a seguir. Cuando Mauricio Macri en febrero de 2016 eliminó las retenciones a la minería (10% en este caso), la empresa que tenía previsto el cierre definitivo de sus operaciones para mayo del 2017 extendió 20 meses, hasta diciembre  del 2018 la fecha de cierre.

El costo fiscal de la quita de derechos de exportación en los 16 meses restantes de la vida de la mina, es decir hasta mayo del 2017, significaban un impacto directo negativo de U$S 43 millones. La extensión de la vida útil de la mina en esos 20 meses sumó exportaciones por U$S 800  millones, lo que generó aportes a la economía argentina por US$ 522 M. Sólo en impuesto a las ganancias el Estado recaudó más del doble de lo que le hubieran significado las retenciones. Estos ejemplos terminan con otro mito, el de la importancia de inflar impuestos.

Domingo Faustino Sarmiento también enseñaba que gobernar es educar, es lo que humildemente desde el Grupo Sarmiento tratamos de hacer. Que los gobernantes nacionales y provinciales tomen decisiones alejadas de un populismo que tanto daño causó, que se detengan a ver una historia que enseña que el camino del DESARROLLO no es fácil de transitar ni de mantener. Que en 214 años no pudimos acertar, que tengamos la humildad de reconocerlo en nuestro tiempo y buscar en el conocimiento las medidas que se deben tomar en materia minera para no volver a fracasar.  PARA PODER DERRIBAR ESE MURO QUE NOS IMPIDE PROGRESAR.

 

 

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