Se reactiva la minería en la provincia luego de dos décadas sin actividad de perforación de cobre. Las autoridades señalaron que el plan es llegar a alrededor de 10 pozos en 2024 en el proyecto cuprífero ubicado en Malargüe.
El proyecto contempla la exploración del terreno para evaluar sus características geofísicas y el potencial geológico de una zona que comparte formación con Chile, rico en pórfidos de cobre.
Para presenciar los trabajos, a cargo de la minera de capitales nacionales Wincul SA, las autoridades del Ministerio de Energía y Ambiente, de la Dirección de Minería y del municipio, junto con inspectores de Policía Minera y la Dirección de Protección Ambiental, viajaron hasta el yacimiento, ubicado a 60 kilómetros de la ciudad cabecera de Malargüe.
“Se controla que todo el plan de inversiones se realice sobre las normativas vigentes. El plan es llegar a alrededor de 10 pozos en 2024, dependiendo de las condiciones del tiempo”, enfatizó el subsecretario de Energía, Manuel Sánchez Bandini.
“En este sitio, comienza su actividad la empresa de capitales nacionales, con mano de obra, empresas y servicios de Mendoza. Ya se han perforado aproximadamente 142 metros con resultados muy positivos y esperanzadores”, dijo Jerónimo Shantal, a cargo de la Dirección de Minería.
“Estamos realizando los procesos de fiscalización y control y haremos lo mismo en El Burrero y Las Choicas”, afirmó Leonardo Fernández, director de Protección Ambiental. Ambos son proyectos de cobre que obtuvieron aprobación legislativa el pasado diciembre.
Ubicado a 60 kilómetros de la ciudad de Malargüe, Cerro Amarillo se encuentra a 3.100 metros sobre el nivel del mar, con frecuentes tormentas níveas en invierno y temperaturas bajas. Esto hace que la exploración pueda realizarse durante los meses de verano.
Los trabajos se realizan en el marco de la Ley 7722, ya que se usa el sistema de perforación de diamantina, ya utilizada con éxito en Hierro Indio. La metodología de perforación prevé la recirculación del 100% de efluentes líquidos, compuestos de agua y aditivos de perforación.
Una vez concluida la perforación, se procederá al sellado del pozo, que incluye el entubado en caso de detectarse agua subterránea y el cegado con estériles de la zona, además de una tapa de cemento con una identificación en la superficie.
Previamente, se realizaron tareas de reconocimiento, de reacondicionamiento de caminos, de recopilación de datos bibliográficos, trabajos geofísicos y muestreo geoquímico de superficie. A su vez, las coordenadas de los pozos optimizan la realización de caminos entre sus plataformas, minimizando el impacto por movimiento de suelo.
Los sondajes tendrán una profundidad promedio de 350 metros y se enviarán muestras al laboratorio para conocer la potencialidad exacta de la formación.