La actual iniciativa busca, en un plazo de 10 años, desmontar todas las instalaciones en la superficie del yacimiento minero, así como también desarmar una planta de agua potable que estaba sobre el río Estrecho en la cordillera. El objetivo es dejar el emplazamiento tal cual estaba previo al arribo de la minera canadiense al proyecto del lado chileno.
La minera canadiense Barrick ingresó al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA) chileno un Estudio de Impacto Ambiental (EIA) que considera un gasto de US$136 millones para el cierre definitivo del fallido proyecto Pascua Lama que pretendía desarrollar en la frontera entre Chile y Argentina.
Se trataba de una mina a cielo abierto de la que se extraería principalmente oro, además de plata, cobre y otros minerales, sobre los 5.000 metros sobre el nivel del mar.
En Chile, el yacimiento minero se ubica en la Región de Atacama y específicamente en la comuna de Alto del Carmen en la Provincia de Huasco, mientras que, en Argentina, en el Departamento Iglesia en la provincia de San Juan.
Según explica a Pulso Marcelo Álvarez, director de Asuntos Gubernamentales de Barrick Sudamérica, el actual proyecto considera un plan que se extenderá por 10 años. “Básicamente consiste en un restablecimiento del área y de las aguas que vienen de las montañas al río Estrecho, a una condición natural”.
Inversión inicial
Desde el origen Barrick invirtió alrededor de US$8.000 millones y en el proceso de cierre invertirá estos otros US$136 millones, adicionales.
La minera en la zona construyó una planta de agua potable utilizando dichas aguas para fortalecer la operación del proyecto minero, pero ahora busca con el proceso de cierre retirar la infraestructura. Actualmente existe una instalación que interfiere artificialmente con el flujo de aguas.
“Proponemos hacerlo con un monitoreo permanente de su calidad y con la participación de los vecinos y las autoridades durante todo el periodo de ejecución. Justamente lo que buscamos es tomar en cuenta la preocupación de la gente sobre la calidad del agua y garantizar que el agua tiene las condiciones que tendría actualmente si el proyecto nunca hubiese estado allí”, añade.
Para llevar a cabo esta iniciativa, hace más de un año Barrick puso en marcha un plan de relacionamiento con autoridades gubernamentales y técnicas, pero también con la comunidad aledaña.
“Este proyecto cuenta con un proceso de participación ciudadana con más 1.000 personas y con varias visitas de autoridades políticas y sectoriales. También han subido representantes de la comunidad a conversar (sobre) el proceso de cierre. Ha sido un proceso muy positivo”, cuenta Álvarez.
Durante los últimos tres años, Barrick ha cerrado la infraestructura del proyecto y lo único que queda por sacar es la planta de agua que la autoridad solicitó y que se ingresara un Estudio de Impacto Ambiental (EIA) para concretar este proceso.
“A la fecha se ha restablecido el área, e incluso el Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin) ya nos ha entregado dos certificados de cierre de la infraestructura minera. Vamos muy bien y estamos muy conformes por cómo el proceso se ha venido desarrollando”, dice.
La reflexión de la compañía
Desde el punto de vista técnico la compañía no ve grandes complejidades, considerando que esta es una obra que nunca se terminó de construir. El botadero tiene sólo un 1% de lo que pudo recibir, por lo que no se avizoran mayores complicaciones, y el ejecutivo de Barrick reitera que están considerando la preocupación de las personas.
“La preocupación más grande nuestra es que la gente esté tranquila, que acompañe el proceso y lo monitoree, y probablemente será mucha comunicación en el terreno. Desde el punto de vista técnico estamos tranquilos de que no es un proceso muy complejo”, acota.
¿Qué hizo mal la compañía para terminar con una tremenda inversión y un proyecto fallido?
-Creo que se han cometido muchos errores, pero principalmente el error que se cometió fue la falta de comunicación y de trabajo con las comunidades. Ese fue el error más grande que hemos aprendido y hoy con una nueva Barrick, que a partir de 2019 se fusionó con Randgold, tenemos una empresa muy focalizada en las comunidades, en la sustentabilidad de los proyectos. Lo que hemos aprendido de la historia de Pascua es tener una relación transparente y abierta, con un diálogo permanente con las comunidades, porque eso no ocurrió en el pasado. Creo que es un hito importante para reconstruir las confianzas y pensar en el futuro.
Por lo que entiendo, Barrick no ha renunciado a concretar este proyecto a futuro, ¿cierto?
-Hoy el foco es completar el cierre de manera correcta. Sí creemos en la importancia que este depósito tiene para Chile, la comunidad y la empresa. Es crucial avanzar con el mandato de cierre y, al mismo tiempo, continuar revaluando el potencial del proyecto y los beneficios que podría brindar a las comunidades locales, la economía de Chile y su gente. En todo caso, cualquier nuevo proyecto para poner en valor el depósito necesita campañas geológicas en terreno e implicaría un EIA completamente nuevo.
Minería & Desarrollo| La Tercera en Chile